domingo, 17 de mayo de 2009
Dobles parejas
Llevaban todo el día paseando por San Telmo, disfrutando en silencio de esas calles angostas y empedradas. Aunque iban de la mano, estaban a miles de kilómetros el uno del otro, cada uno saboreando la experiencia de manera diferente, única. Si hubieran hecho ese mismo viaje, ese paseo, hace unos años, ese silencio hubiera sido distinto, hubiera estado plagado de complicidad, de miradas llenas de ilusión. Pero ahora, todo eso se había apagado, y sólo les quedaba el gesto mecánico de agarrarse de la mano para pasear por la ciudad. Ella empezaba a darse cuenta de todo eso, quizás ese fuera el motivo por el que le pidió que hicieran este viaje. Él parecía tan distante,… puede que incluso deseara estar allí mismo, pero acariciando otra mano, compartiendo todo con otra persona. Quizás ella misma añorara otros brazos en los que perderse… pero tenían miedo. Se resistían a dejar marchar lo único sólido que les quedaba, y se agarraban el uno al otro como dos náufragos a su tabla de salvación.
A lo lejos suena un bandoneón, y como cualquier otro turista deciden acercarse a ver el espectáculo. No podían decir que habían estado en Buenos Aires y no habían visto una actuación de tango callejero, aunque lo que menos les apeteciera fuera escuchar música. Al doblar una esquina descubren una plaza, Plaza Coronel Manuel Dorrego, se lee en un cartel y, justo en medio, un grupo de gente ha hecho un círculo para ver a una pareja bailar.
Él, moreno, pelo engominado hacia atrás, a lo Carlos Gardel, chaqueta gris, camisa blanca con pañuelo al cuello, y pantalón de rayas oscuro con zapatos a juego. Ella, majestuosa en un vestido negro que marcaba todas y cada una de las curvas de su cuerpo, el pelo rubio recogido en la nuca y una flor como único adorno. Los zapatos son de un rojo brillante, como la flor de su pelo y el rouge de sus labios.
Siguiendo el ritmo de la música se desplazaban, acariciando el pavimento a cada paso, derrochando pasión en cada movimiento. Sus miradas transmitían calor, fuerza, un empuje que ella hacia mucho que no sentía por el hombre que le agarraba la mano.
Algo comenzó a apoderarse de ella, una intranquilidad, que por segundos se iba transformando en tristeza por lo innegable de la situación. No había vuelta atrás, todo se había acabado, pero tampoco sabía cómo salir. Lo único que logró articular fue:
-Hace mucho que ya no me miras así-
Se dio la vuelta y empezó a caminar, pero no conseguía soltarle la mano, muchos años de matrimonio, y el miedo a lo desconocido fuera de él, se lo impedían.
Él la siguió, callado, y probablemente pensando algo similar.
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La bailadora de tango se miraba en el espejo, comprobando los últimos detalles antes de salir a bailar. Llevaban muchos años bailando juntos…
Al principio, toda la pasión del baile la trasladaban al dormitorio al acabar las actuaciones. O quizás era al revés, y la pasión del dormitorio se abría paso a través del baile y hacían el amor repetidamente delante del público. Con el paso de los años, los movimientos se habían acabado por hacer mecánicos, en ambos lados, todo se había enfriado, lo único que los hacía permanecer juntos era su pasión por el baile. Realmente eran buenos como pareja de baile, y eso les marcaba a la hora de dejar que los sentimientos, o la falta de estos, les hicieran separarse.
En la pista de baile seguían deseándose, bailaban como al principio, y, por los años de práctica, nadie podía percatarse de que algo se había roto.
Esa noche, mientras bailaban, vio entre el público a una pareja, aproximadamente de su misma edad. Iban de la mano, y disfrutaban juntos del espectáculo. Escuchó como ella le decía:
-Hace mucho que ya no me miras así-
Y los observó marcharse de la mano y desparecer por Defensa. Los imaginó llegando al hotel y haciendo el amor apasionadamente, como hacía mucho que ella no lo hacía, y sintió envidia de aquella mujer, que aún disfrutaba de un paseo de la mano de su marido.
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Joder me ha encantado nengra!!! y tú que decías que te habías quedado atrás... xDD
ResponderEliminar... sin palabras ... fíjate que antes de acabar de leerlo, miré abajo por ver si el texto era tuyo o de otr@. Realmente sorprendente. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminar¡Escandalosamente bueno! Dos historias en una: vidas semejantes y paralelas, y a la vez tan dispares. Perfectamente hilado. Descripciones minuciosas de personajes y lugares. ¡Genial!
ResponderEliminarP.D.: me alegra saber que te has subido al carro de El Cuentacuentos, precisamente a través de ellos he llegado hoy a aquí.
Es un relato lleno de tristeza, muy hermoso,y que por lo menos a mi me hace plantearme una de las preguntas que más rabia me da en el mundo ¿Por qué el amor no dura para siempre? Qué nos pasa a los humanos que andamos siempre deseando lo que tienen otros, quitando importancia a lo que se nos concede...
ResponderEliminarEn fin... es demasiado temprano para ponerse meláncolica.
Escribes estupendamente, mis felicitaciones para ti Athena.
Un beso